4/8/13

Escuela de lágrimas.

Me enseñaron a levantarme, pero nadie dijo de qué formas podía caer.
Me mostraron sonrisas, pero no las lágrimas camufladas.
Me regalaron muñecas con medidas imposibles, pero no mencionaron que me causarían complejos.
Crecí con princesas que requerían ser rescatadas, pero nunca nadie mencionó que solo yo me puedo rescatar.
Me acostumbraron a la magia de los finales felices, pero nadie comentó que la verdadera magia consiste en superar los abismos que la misma vida te pone.
 Nadie nos prepara para saltar precipicios. Nadie nos enseña cuántas lágrimas es capaz de derramar el ser humano. 
Somos entrenados para vivir en un mundo de cuento. Lo que nadie comenta es que somos los autores de nuestro propio cuento y que antes de conseguir ese ansiado final feliz es necesario crear borradores, tirar páginas cubiertas de palabras y derramar tinta.
Quizás sea porque esa fue la única etapa de nuestra vida en la que podíamos vivir sin angustia, sin problemas, sin complejos, sin nada ni nadie que nos explotara la pompa.