4/7/13

Y entonces un día...



La vida es aquello que cambia y te sorprende constantemente, sin avisar. Cuando menos te lo esperas. Una sola palabra. Una sola decisión. Incluso una sonrisa o una lágrima puede hacer que de vueltas y vueltas y gire de forma que te sea imposible seguirla. Otras veces, la vida decide sonreírte, aunque sea sin dientes, de lado y si tienes suerte, de oreja a oreja. 
Algunos llaman a esto destino, otros suerte y otros simplemente se dejan llevar por los caprichos que la propia vida impone a sus anchas.
Ella encantada se dedica a hacer y deshacer. Muchas veces sin pensar, otras muchas planeandolo todo exhaustivamente. Hay momentos en los que todo sucumbe a una perfecta calma. Momentos en los que todo es tal y como es. Y de repente, en el clímax de la tranquilidad, un giro, una sonrisa o la espalda. Y ya. Se acabó. Sabes que nada volverá a ser como antes.
Digamos que algo así le ocurrió al protagonista de esta historia.
Él no era precisamente un hijo modelo, ni tenía las mejores notas del instituto. Él no ayudaba a las ancianitas con las bolsas a la salida del super, ni mantenía su cuerpo alejados de botellas de alcohol. Él no era de la clase de personas que al pasar se fijan dos veces en algo si le llama la atención. Él era de los que seguían adelante. Avanzando siempre sin parar, nunca miraba atrás. Jamás. El era de la clase de chicos que imponía su verdad al resto argumentando su opinión con dos puños cerrados. El era el tipo de chico que ninguna madre querría nunca para su querida hija. El tipo de chico que toda hija querría, para amargamiento de su querida madre.
El era un chico de 18 años, al que todos etiquetaban de "rebelde sin causa". Él lo sabía. Y para que mentir, le encantaba.
La vida de Danny Bauer era perfectamente normal, siguiendo siempre la rutina que le tenía siempre acostumbrado.
Y entonces un día...
...la vida "normal" propia de un chico problemático de 18 años cambió.

Ella desapareció.

¿Quién?
Ella.
La chica sin nombre. La de los pasillos. La chica de la clase de Química, Lengua y Biología. La camarera que le servía el perrito caliente todos los sábados entre las nueve y media y las once de la noche. La de la sonrisa bonita y eterna. La chica amable. La que nunca se quejaba. La chica callada. Aquella  torpe a la que se le caían los libros cada dos por tres. La  que llevaba coincidiendo en sus clases desde los 8 años. La  que nunca levantaba la mano pero que siempre tenía todas las respuestas. La chica del tatuaje indescifrable en la muñeca. La chica de la moto azul y el paraguas rojo. La del casco derecho en la oreja izquierda y el casco izquierdo dando volteretas por su cuerpo. La chica invisible que un chico como él nunca se había permitido mirar si quiera. La chica aparentemente prescindible. Ella.
Ella un día desapareció. Y fue entonces cuando la vida de Danny Bauer decidió tambalearse. Sin saber ni cómo ni por qué. Pero una vez que faltó el engranaje más diminuto toda su vida decidió en un pequeño instante, y sin contemplaciones, que nunca volvería a ser la misma.

Y a partir de ahí, todo lo conocido se volvió desconocido y lo desconocido, amigo. Todas las promesas y juramentos acabaron rotos. Las brújulas decidieron buscar un nuevo Norte. Y como por arte de magia, el cambio y la incertidumbre decidieron guiar, por primera vez los pasos de aquel chico problemático de 18 años.





*Se aceptan sugerencias sobre el nombre del protagonista.


21

Que se pare el mundo que aquí paramos nosotros. En la estación rústica del fondo. Si, esa. Coge la maleta. ¿Que donde vamos? 
En busca del tiempo, en busca de los besos y en busca de una soledad cálida que solo tu y yo podemos disfrutar.
Llegamos. 
¿Ves?  Es incluso más maravilloso que lo que imaginabas. Deja eso ahí y bésame. Córtame la respiración con tus besos y devuélvemela con tus caricias. ¿Te das cuenta de que nuestros latidos van a la vez?
No pares de besarme. No pares de recorrer con tus manos los lugares más recónditos de mi cuerpo. Me encanta el tacto tus labios en mi espalda. Y sentirte encima de mí. Adoro la presión que tu cuerpo ejerce contra el mio y la vista de tus hombros desde aquí. Me coges la mano como si quisieras acompañarme un mundo nuevo. Como.si quisieras que incluso tan cerca, no me alejara de tu lado. Como si así fuera posible unirnos más de lo que estamos. Y lo es. Sigue besándome. Tu no pares que yo no pararé de amar cada parte de tí. Mi respiración. La tuya. Susurros. Alguna que otra risa. ¿Te has dado cuenta ya de que tienes la sonrisa más bonita del mundo? Te rodeo con mis manos que pegadas a tu espalda te ruegan que no te marches nunca. Piel con piel. Bajas y subes. Haces una ruta mágica por mí. Y yo mientras tanto me siento protegida debajo de ti. Una respiración más rápida toma protagonismo. Te agarro y te prometo que no te soltaré nunca. Pómulos rojos. Sonrisas. Siempre están nuestras sonrisas. Me besas. Dices 8 letras que a veces recortas, para pronunciar 5. Y me acurruco junto a tí. Sintiendo tu calor y posando mi cabeza en la curva que hace tu cuello. Cierro los ojos y solo veo felicidad. 
¿Sabes? Creo que ese es mi lugar favorito en el mundo. Si, ese. Cuando me encuentro tumbada a tu lado enredando mis piernas con las tuyas y acurrucada en la curva que tiene tu cuello. Ese refugio donde más protegida me siento y más feliz estoy. A veces pienso que es el lugar mas feliz del mundo. Da lo mismo que día sea y que haya ocurrido. Se que ahí nunca puede pasar nada malo