4/4/15

Llegará el día en el que nuestros pasos no serán más que un leve suspiro en esto que han decidido llamar universo. 
Y repetirán mis historias. Y volverán a caer en aquellos lugares donde aparqué mis lágrimas tras aquella promesa. Las vivencias que con convicción decidí catalogar de importantes no serán más que irrisorias anécdotas, suspiros que se quedarán flotando en un ambiente habitado por otros que las repetirán sin saberlo siquiera.  
El tiempo egoista seguirá su camino relegándome a un olvido en el que nadie se para a pensar por miedo, todo es más fácil así. Allí, en ese remoto espacio del tiempo  quedarán aparcados los primeros besos, la ilusión de una juventud marcada por experiencias, la vergüenza, las risas, la ira y las caladas de ese cigarrillo que probé por miedo a no probar.

Puede que nadie recuerde mis manias. Nadie sabrá que me encanta la música indie, que no sé montar en bicicleta y que las noches de primavera son mi momento favorito para escribir.
Nadie recordará las veces que traté de aprender a tocar la guitarra sin éxito y las veces que lo volveré a intentar.
Nadie.

Puede que solo sea un sístole y diástole del universo, un momento, un pellizco del tiempo.

Pero, sin embargo, estoy aquí, viviendo y con miedo a no vivir como hay que hacerlo.
Riendo.
Imaginando.
Haciendo todo aquello que me gusta
y repitiéndolo para no olvidar.
Experimentando.
Saliendo.
Entrando.
Besando
y a ratos amando.
Llorando, con y sin motivos.
Actuando, mal y bien.
Aprendiendo.
Conociendo(me)(te).

Soy un momento
un pensamiento
una fecha de caducidad.
Pero estoy aquí
creyéndome infinita
siendo eterna.



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